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Creando comunidad en Rogers Park

A Vastina Nyiraguhirwa, 57, le apasiona la cocina desde que era propietaria de un negocio agrícola con su difunto marido en el Congo, su país de origen.

Ahora vive en Rogers Park, a una cuadra del Centro Comunitario Howard y Evanston (Howard and Evanston Community Center, HECC), cuya despensa de alimentos ayuda a satisfacer las necesidades de su familia y le permite a Vastina disfrutar de su pasión una vez más.

“Me encanta cocinar, cocino todos los días”, dijo. “(La despensa) me da frijoles, naranjas y papas, que me encantan. Son alimentos que comemos mucho en mi país”.

Invitados del HECC hacen fila esperando para pasar por la despensa

Beneficiarios de la despensa de alimentos del Centro Comunitario Howard y Evanston esperan en la fila.

Vastina y sus siete hijos huyeron de la guerra en su país en 2008. Después de vivir en un campo de refugiados en Uganda durante ocho años, emigraron a Chicago. “Fue muy difícil venir aquí”, dijo. “Pero quería una vida mejor para mí y para mis hijos”. Poco después de llegar a Chicago, descubrió el HECC, donde construyó una comunidad para ella misma.

El HECC está ubicado en Rogers Park, uno de los vecindarios con mayor diversidad étnica y cultural de Chicago. Las personas a las que atienden provienen de 44 países diferentes y hablan 41 idiomas.

Vastina visitó por primera vez HECC para inscribirse en clases de inglés, uno de los muchos servicios que ofrecen. Allí conoció acerca de su despensa de alimentos semanal, que ha visitado regularmente desde entonces.

Latas de judías verdes en la despensa con la etiqueta "elegir con frecuencia"

Opciones de alimentos saludables disponibles en la despensa de HECC.

“Estos alimentos me ayudan porque estoy enferma y no puedo trabajar, por lo que a veces es difícil conseguir el dinero para comprar alimentos”, dijo. “Estoy muy agradecida por la comida que recibo aquí. Es saludable y de buena calidad”.

Como residente de la comunidad de mucho tiempo, Vastina se ha convertido en una figura muy conocida. Ella refiere al HECC a los inmigrantes y refugiados recientes que conoce y se ha convertido en una guía para ellos a través de los años. Con su conocimiento de siete idiomas, puede comunicarse con inmigrantes recientes y ayudarlos a encontrar asistencia y recursos.

“Todo el mundo me conoce aquí”, dijo sobre la despensa de alimentos. “Esta es mi casa”.

El HECC, cuyos orígenes se remontan a 1967, es un testimonio del poder de la comunidad. Fue fundado como una despensa de alimentos en colaboración con el Banco de Alimentos de Chicago por feligreses de la iglesia católica romana de San Jerónimo.

Se inició en respuesta a las necesidades de los inmigrantes recién llegados y desde entonces ha sido un salvavidas para innumerables personas que llegan a Rogers Park y Evanston.

Silvina Mammani ayuda en el check-in del huésped Daniel Zatela

Silvina Mammani ayuda a Daniel Szetela, uno de las beneficiarios de la despensa de alimentos.

Silvina Mammani, directora de la despensa de alimentos, comenzó a trabajar en HECC en 1994. Ella aprecia las diversas necesidades de la comunidad a la que sirven y está agradecida con el Banco de Alimentos por su intencionalidad en atender dichas necesidades.

“El Banco de Alimentos nos permite especificar la clase de alimentos que requerimos, lo cual es excelente porque podemos preguntar a nuestra clientela qué le gusta comer y lo solicitamos”, dijo. "Las personas de diferentes culturas tienen diferentes necesidades dietéticas, por lo que es muy útil para ellos”.

“Estoy muy agradecida con el Banco de Alimentos porque he visto como han crecido de atendiendo las necesidades de las diversas comunidades, y reconozco el esfuerzo que hace para brindar alimento a los que lo necesitan”.

Mammani enfatiza la necesidad de las despensas de alimentos en una época de precios elevados de la comida. “La gente está aquí porque busca una mejor manera de vivir: mejores oportunidades para sus familias. Muchas veces la gente me dice que, si no tuvieran esta comida, no podrían pagar sus medicamentos. Las despensas de alimentos son una necesidad”.

El HECC continúa sirviendo como un rayo de esperanza para los recién llegados, ofreciéndoles no solo comida sino también un sentido de pertenencia. “Trabajando aquí tienes la oportunidad de ver caras nuevas todos los días”, dice Mammani. “Si ves a la gente entrar con el ceño fruncido y salir con una sonrisa, ese es el sentimiento más grande. Eso es lo que me ha mantenido aquí durante 29 años”.

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