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Subvención ayuda despensa de Belmont Cragin perseverar

En el primer lunes de febrero, la mañana después de la nevada más grande en años, la despensa de comida de la Iglesia Evangélica Emanuel no perdió su ritmo.

Los voluntarios vinieron dos veces el día anterior, en medio de una tormenta invernal, para quitar la nieve acerca de West Armitage Avenue. Ese lunes, el día de distribución semanal de la despensa, algunos llegaron a las 6 a.m. para preparar cajas de comida para los cientos de familias que esperaban. Debido al COVID-19, la despensa funciona completamente al aire libre y planeaban hacerlo, aunque hubieran más de 9 pulgadas de nieve en el suelo.

“La gente tiene hambre sin importar el frío que haga”, dijo el pastor de la iglesia Antonio Mariscal mientras él y su equipo se preparaban para servir a las primeras familias en fila. “Todavía tienen que comer”.

Mariscal sabe de primera mano lo aterrador que puede ser el COVID-19. El mismo lo sobrevivió el otoño pasado, incluso estuvo hospitalizado por cinco días.

Pero logró la lucha de sobrevivir. Y también algunos de sus voluntarios que han regresado después de batallar contra la enfermedad. Esta pandemia no los ha disuadido de servir as sus vecinos necesitados.

“Nos comprometimos, especialmente ahora, a estar abiertos”, dijo Mariscal.

Pastor Antonio Mariscal en la Despensa de Alimentos de la Iglesia Evangélica Emanuel

Pastor Antonio Mariscal en la Despensa de Alimentos de la Iglesia Evangélica Emanuel

La Iglesia Evangélica Emanuel es una de las beneficiarias de las subvenciones para los socios del Banco de Alimentos de Chicago. $2.6 millones serán divididos entre veintiséis socios, principalmente en las comunidades negras y latinas que han sido más afectadas por la pandemia. Estos fondos se utilizarán para abrir nuevas despensas de alimentos o, como en el caso de la Iglesia Evangélica Emanuel, transformar las operaciones existentes para servir mejor a sus comunidades.

Actualmente, la despensa alimenta al triple de hogares que tenía antes de COVID, con un promedio de 350 hogares por semana. Los líderes de la despensa atribuyen este aumento en gran parte a la abrumadora cantidad de empleos perdidos por la pandemia. La comunidad Belmont Cragin, que es mayormente latina, también ha sido una de las comunidades con el mayor número de casos de COVID en el estado. Mariscal también señaló que el alto volumen de trabajadores de primera línea y hogares multigeneracionales deja a sus residentes más vulnerables a contraer el virus. Como resultado, llevan el virus a casa y dejan a sus familiares contagiados.

Esperando a dar de nuevo
Maria Chavez en la distribución de la despensa de alimentos de la Iglesia Evangélica Emanuel en Belmont Cragin

Maria Chavez en la distribución de la despensa de alimentos de la Iglesia Evangélica Emanuel en Belmont Cragin

María Chávez ha tenido que tomar unas decisiones difíciles para mantener a su familia segura. Ha sido voluntaria regularmente por más de 20 años, pero Chávez decidió hacer una pausa en su trabajo en la despensa durante la pandemia para reducir las posibilidades de llevar el virus a casa.

Ella vive en un hogar cerca de la despensa con su esposo, su hija de 35 años y su nieto de 14 años. Al momento, su hija es la única empleada en una fábrica. A Chávez, de 64 años, le preocupa el peligro que enfrenta su hija todos los días como trabajadora esencial.

El empleo constante es escaso en Belmont Cragin. Muchos de los trabajadores esenciales en fábricas o almacenes son contratados por agencias de empleo temporal. Durante las recesiones económicas, se encuentran entre los primeros en ser despedidos. Muchos de ellos buscan el apoyo de las despensas de alimentos hasta que puedan volver a trabajar. Un socio como la Iglesia Evangélica Emanuel brinda esperanza y alimento a la comunidad en tiempos de crisis.

Cuando le preguntamos a Chavez que significa esta despensa para ella, sus ojos se iluminan con una sonrisa que es muy visible hasta con máscara.

“Muy buena en todo sentido”, dijo Chavez.

“Primero mis hijos, y luego yo”

En este día lleno de nieve, Maria Luisa Diaz visitó una despensa de alimentos por primera vez. Como no maneja, descubrió que la despensa más cercana a ella era la Iglesia Evangélica Emanuel. Caminó hasta allí con su hija de tres años, Adilene.

María Luisa Díaz y su hija Adilene en la despensa de alimentos de la glesia Evangélica Emanuel.

María Luisa Díaz y su hija Adilene en la despensa de alimentos de la Iglesia Evangélica Emanuel.

Diaz, de 40 años, trabajó anteriormente en un McDonald’s, pero recientemente tuvo que dejar su trabajo después de una operación.  Su batalla más grande en este momento es llegar a fin de mes con pago de renta. Además de cuidar por Adilene, también tiene otros dos hijos pequeños en casa que han estado asistiendo la escuela a través de clases virtuales. Ella enfatizó la importancia de una buena nutrición para sus hijos.

“La verdad, primero mis hijos y después yo. Ya, si queda como, y si no pura tortillita”, dijo Diaz. La lucha de un padre es algo que nunca termina. Ella vino a la despensa pensando en sus hijos primero y en el bien de ellos.

Cuando le preguntamos que le ayuda a mantener la fe para seguir cada semana, ella contestó diciendo “Ahí que echarle ganas”.

Transformando una comunidad

Los fondos de la subvención de la Iglesia Evangélica se destinarán a nuevos pisos y asientos para mejorar el espacio de la despensa una vez que puedan abrir las puertas. También permitirán que la despensa amplié el espacio en los estantes para almacenar más alimentos y compraran un vehículo para hacer crecer el servicio de entrega a domicilio que sigue aumentando por demanda. La despensa entrega comida a decenas de residentes que no pueden visitar en persona, incluyendo adultos mayores de edad y personas con discapacidades.

“Todo eso realmente nos ayudará a mantenernos abiertos”, dijo Mariscal sobre los fondos.

Estos mejoramientos para la despensa son solo el comienzo de los planes de liderazgo de la iglesia para la comunidad.

Hace unos años, compraron un lote casi vacío, en la intersección de las avenidas Armitage y Lavergne, con el sueño de construir un centro de servicios sociales. Esperan proveer no solo alimentos, sino también cuidado de niños y otras actividades para ayudar a las familias prosperar.

Aunque por el momento ese sitio esta bajo mucha nieve, el sueño sigue vivo y con mucho ánimo.

“Nuestra visión es esa”, dijo Mariscal. “Transformar una comunidad”.

Los voluntarios posan para una foto en la despensa de alimentos de la Iglesia Evangelica Emanuel en Belmont Cragin.

Los voluntarios posan para una foto en la despensa de alimentos de la Iglesia Evangelica Emanuel en Belmont Cragin.

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